En Morena no sólo está en juego la presidencia de ese
partido, sino el proyecto político a futuro del gobierno de la 4T y por
supuesto del dueño de la franquicia, Andrés Manuel López Obrador.
Los tres aspirantes con reales posibilidades de llegar esa
codiciada posición, Mario Delgado, Porfirio Muñoz Ledo y Yeidckol Polevnsky,
juegan con los dados cargados en virtud de que en el corazoncito de AMLO ya
está el ganador, empero, será hasta el último momento cuando se tire la línea
que la nomenclatura morenista está esperando para emitir su voto, mientras,
pues se hacen pedazos.
Dice el colmilludo, pero senil, Porfirio Muñoz Ledo que si
Mario Delgado gana la elección interna, Marcelo Ebrard se convertirá de facto
en el presidente de la república, lo que pondría fin anticipadamente,
políticamente hablando, al sexenio de López Obrador.
Estas palabras tienen tanta perversión que envidiaría
Maquiavelo, ya que no sólo trata de bajar al canciller de una aspiración
legítima y obviamente a Delgado, sino que busca estigmatizarlos como
traicioneros al presidente de la república.
Dicen algunos morenistas entrevistados que a Porfirio ya lo
manejan los duros del partido, quienes lo ven como su única opción para frenar
a Ebrard y por ello, no sólo van a apoyarlo en la encuesta a realizarse entre
el 2 y 8 de octubre, sino que en caso de perder, será la piedrita en el zapato
que acompañará a Mario y Marcelo.
Este misil enviado por Porfirio a Marcelo provocará que sólo
los despistados se vayan con la finta, en virtud de que el presidente Andrés
Manuel López Obrador ya eligió a Mario Delgado para ocupar la tan codiciada
posición. No me cree, sólo un dato: la señora esposa de López Obrador, Beatriz
Gutiérrez Muller, acompañó al diputado al inicio de los cursos del nuevo campus
Palenque del Politécnico.
Otro dato, el grupo que sí le arrebataría el control del
partido a AMLO y tomaría la batuta rumbo a la sucesión presidencial, sería el
que comanda Muñoz Ledo, ya que éstos no respetan acuerdos, ni pactos, son como
una jauría desenfrenada que muerden hasta a los de casa.
Eso de que existen dos bandos; los radicales o puros, y los
moderados o emergentes es una vacilada. Lo que realmente existe es una
fratricida lucha encarnizada por el poder que dejará sensiblemente dañado a ese
partido rumbo a las elecciones intermedias del próximo año.
Así es, el único partido político que puede pegarle
electoralmente a Morena, es Morena, sólo ellos pueden causar daños
irreversibles que, ni siquiera la operación cicatriz que vendrá después para
sanar las heridas de los perdedores, aquietará las aguas, al contrario,
buscarán otras opciones políticas ajenas a Morena o incluso, lo más grave,
desde el interior de este partido, tratarán de dinamitar el proyecto de la 4T.
Buscar en el ADN de cada uno de los candidatos quién está
más identificado con las causas sociales que enarbola Morena, es una ociosidad.
En cambio, ponderar los atributos personales que giran en torno a la lealtad,
es otra cosa, ya que este atributo es el que le llenó el ojo al presidente de
la república para seleccionar a quien conducirá la nave transexenal más allá de
2024.
El nuevo líder nacional de Morena no sólo conformará, con
AMLO, la lista de aspirantes a ocupar los cerca de tres mil cargos de
representación popular que estarán en juego, entre ellos, 15 gubernaturas y la
renovación de la Cámara de Diputados federal, sino que cargará sobre sus
hombros la revocación de mandato y la transición rumbo a la sucesión
presidencial.
No hay comentarios:
Publicar un comentario